lunes, agosto 26, 2013

cáncer de olvido

Te odié,
sí debo aceptar que lo hice.
va en contra de mi  y mis creencias,
odio tener que odiar,
odio cambiar lo que soy,
y yo no soy alguien que odia.

De todos los demonios internos,
tú despertaste al más malo.
Y ahora odio tener que aceptar
que realmente lograste hasta eso,
que si fuiste así de importante.

Cuando lo que vives va más allá del dolor,
fue necesario romper el vidrio,
y sacar odio, protector tan fiel.
Bien nos dijeron que lo contrario al amor,
no es el odio, sino la indiferencia.
sí, indiferencia..

De esa, la cual me dediqué a cultivar por tanto tiempo,
a ti que te falto el valor para pelear por ti,
a mi que por despecho, pensé con los pies.
que nos matamos solos a pesar de la compañía,
Repartiendo culpas que son solo mías.

La indiferencia puede cosechar más de lo que piensas,
o quizá el poco tino,
o quizá todos tus miedos junto a mis dudas,
o quizá absolutamente nada tan grande que fue todo lo que teníamos.

Nunca creí escribir algo así y menos para ti,
es difícil hasta para mí que vive escribiendo
pensamientos y escuchando a mi acciones,
Debo decir de que me destruiste.

Podía esperar este drama,
de un amor de esos que nacen en una sonrisa,
de esos que flotas en las nubes por un par de meses,
de esos que inician con el verano y se van a la primera llovizna,
de esos que crees que odias y de repente nunca acabas de conocerlos...
de tantsa ironías que empiezan siendo como milagros...

Pero no, de alguien de toda la vida.
Era volver a nacer para competir contra este cariño,
fue voltear al mundo entero,
y comprender de que tú eras el genio y
yo quien halló la lámpara.
Subastar una amistad de una vida,
por un romance fraudulento,
era endulzar el mar,
era apagar el sol,
era ir en contra de todo lo que había vivido y creído tener,
por alimentar algo así.


No insistas en lo que hace daño,
ya no queda presupuesto de palabras de amor.
Sea lo que fuere que te sucedió,
o que habré hecho yo,
merecía por lo menos que devolvieras la llave,
de la puerta principal de mis sentimientos,
y evitarme este gran trabajo
de cambiar la cerradura a mi corazón
para que quizá una vez más,
se atreva a latir en compañía.

Odio todo esto,
odio tu actitud cobarde,
que quiere verme derrotada,
o que muere verme triunfadora,
y yo no soy alguien que odia.

Y por eso este odio,
vivirá en estas letras,
y no en mi corazón, que aún sin recetas
ha sido el mejor que pudiste probar.







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