martes, setiembre 08, 2009

Parte I

Tenía todo lo que hubiera querido de la vida. Una carrera exitosa, el dinero sufiente para gastar, los engreimientos que una mujer quisiera darse cuando guste, un hijo de 12 años y el puesto más alto en una renombrable empresa.
Mi vida no podía marchar mejor.

Estaba en la tarde con mi entrenadora personal. Era verano y no habí mejor momento para verse mejor. Ella me exigía mucho, además de ser una de las pocas personas con quien entablaba una conversacón con más de 10 palabras, también llegué a creeer que le importaba. Estaba haciendo pesas y decidió aumentar un poco mi esfuerzo, pero derrepente senti un incón muy fuerte en el estómago y ella se asustó y decidió terminar el entrenamiento. Yo no me sentía mal, solo fué un susto y tranquilamente fuí a bañarme para salir a la oficina.

- Su vida era una completa rutina. Levantarse, hacer ejercicio, bañarse, trabajar: firmar unos papeles y asistir a unas reuniones, recoger a su hijo y dormir. No tenía amigos cercanos, y los pocos q habían sido tenían sus propias vidas ahora. Decidó que esos eran los suficientes.

Cuando terminé de bañarme, senti que tenía muchas ganas de sentarme se me doblaron las piernas y cuando menos me di cuenta estaba empapada de sangre, había tanta sangre resbalando por mis pies que la bañera se tiñó completamente.

Me asusté mucho y no tenía a quien llamar más que a la ultima persona con quien estuve y con quien converso a diario: Mi personal Trainer.
Ella estaba cerca de ahi y regresó de inmediato a ver la escena de terror en l que me encontraba, llamó a emergencias y de repente desperté en una clínica en Surco.

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